miércoles, octubre 03, 2007

Proyección inversa

Uou! 4 meses sin escribir, no sé si desde que existe La Periferia hubo un parate tan largo. Sigo escribiendo, igual no tan asiduamente como querría, en Ponte la Peluka y claramente desde otro lugar muy diferente. Y me cuestiono si no debería juntar un poco ambas temáticas en el mismo blog, aunque lo personal y lo profesional no tienen mucho que ver, salvo que, claro, surgen de la misma persona.

Al grano.
Pensaba hoy mientras leía el mail de una amiga, y por eso es que estoy de nuevo por acá, en un "concepto" o idea que me da vueltas en la cabeza hace mucho. Que quizás intenté definir por aquí, aunque nunca tan explícitamente (alguna vez fui explícito en algo?).

Uno suele mirar para adelante. Siempre está esa nostalgia, ese "todo tiempo pasado fue mejor", pero francamente miramos hacia mañana... "estoy viejo" en realidad no es una valoración del presente ni una añoranza de la juventud, si no una incertidumbre de cómo estaré mañana... "me mudo" no es en realidad el acto de despedirse de un hogar con historia o de mover mis cosas, si no de verlas en ese lugar nuevo y extraño... "la cagué" no es sólo una expresión de remordimiento presente, también es el terror a las consecuencias futuras de aquella cagada.

El miedo, quizás la sensación más plenamente humana que se puede vivir (por incontrolable, por avasallante, por paralizadora) se justifica pura y exclusivamente por esa tendencia a proyectar, a mirar al instante que viene por sobre el actual o el pasado.

Se puede tener un profundo miedo fruto de un trauma por un episodio pasado. Pero no le tenemos miedo a los que nos pasó, le tenemos miedo a lo que nos puede pasar, incluso a los que nos puede volver a pasar.

¿Y la angustia? ¿Nos angustia lo que pasó? ¿O nos angustia ese "que será de mí ahora que me pasó esto"?

Pero el tiempo enseña. Sí, el tiempo envejece, alimenta el olvido, cura heridas como dicen y hasta profundiza rencores... pero por sobre todas las cosas enseña. Y una de las cosas que enseña es que todo pasa. "No jodas, se viene un post gagá, lleno de lugares comunes, de autoayuda". Ja, quizás sí, no sé, veremos.

El punto es este... Un día, cuando ustedes o yo teníamos, por decir algo, 15 años... ¿cuántas cosas nos angustiarían, cuántos profundísimos problemas tendríamos? En serio! Por ejemplo... Yo era un arquero bastante aceptable (sí, alguna vez jugué al fútbol). Un día, jugando contra otro colegio, me hicieron 10 goles... sí, 10 a 0. A partir del día siguiente mi sobrenombre fue Clemente (famoso personaje del humorista argentino Caloi, cuya característica más notoria es no tener brazos). Qué golpe a la autoestima y la popularidad, qué ganas de comprarme una vida en Tailandia si hiciera falta.

Qué problemas los míos. Quizás el lector a esa misma edad vio a sus padres divorciarse, o peor, perdió a uno de ellos. Se trata de eso, de la subjetividad de la problemática humana, y por sobre todo de la temporalidad de tales problemáticas.

Porque un día ya tenía 16 años, qué grande, y me acordaba muerto de risa de tan trágica etapa de mi vida, los 10 goles, Clemente y las ganas de meter la cabeza en el pozo del avestruz. ¿Problemas esos? No, de ninguna manera, problemas tengo ahora... esta vez sí la cagué, descubrí ciertas sensaciones extrañas pero interesantes debajo de mi bragueta, exploré de más y me tengo que ir a confesar a la iglesia. Me despierto en medio de la noche, todo transpirado por una pesadilla atroz, maldito pecador, me voy a ir al infierno, tengo que ir a ver al cura, pero qué vergüenza. Sí, sí, no hace falta que me lo repitan... problemas lo que se dice problemas son otros... yo también repito: de eso se trata.

Cuestión que los 17 sí fueron un punto de inflexión en este sentido. Claro... fin del secundario (y por primera vez jugado con las materias para terminar a tiempo), elección de carrera... todo ese futuro lejano en las manos de la decisión de un pobre idiota de 17 años. El cura se cagó de risa cuando le conté de mis atrocidades, me preocupaba por pavadas evidentemente. Pero ahora no, ahora estoy jugándome la vida sobre la base de un par de panfletos sobre maravillas de la vida profesional, y para colmo tengo que estudiar como un condenado porque si no llego a pasar alguna de las 4 materias que todavía están por debajo del promedio, mi familia se va de vacaciones y yo los alcanzo más tarde. Trágico, francamente trágico.

Podría seguir por un rato largo. Tengo 29 años mientras escribo esto así que quedan como 12 drásticas transiciones para describir, y obviamente, una más problemática que la otra, y a la vez más inocentemente estúpida.

Quién sabe en cuál de tantas transiciones, angustias, proyecciones, miedos o espantos empecé a ver las cosas un poco diferentes. Quizás fue cuando corté con esa novia con la que estuve tres años, tanto amé, tanto proyecté y tanto me pelee. O puede haber sido cuando tuve que rendir el maldito final de Análisis del Discurso por cuarta vez. Quizás fue al enfrentarme a mi primer despido de un trabajo, en plena crisis argentina del 2001 y sus posteriores 8 meses de pozo absoluto. O al irme de mi país y venir a México, quien sabe, hay experiencias que por más pasivamente que uno las viva te marcan indefectiblemente, cambian el foco de tus pensamientos.

Y lo que pasó entonces fue lo que intento definir como "proyección inversa". ¿Si tantas veces me rei (o al menos esbocé una sonrisa de alivio) por aquel drama inconmensurable que me atrapó en un pasado bastante cercano, porqué no empezar a ver los problemas de hoy con esos ojos risueños que los van a recordar dentro de un año (o dos o tres o veinte)?

El miedo, como decía al principio, está anclado en el futuro. El perro que viene corriendo hacia vos, furioso, es miedo en estado puro. Mañana a lo sumo es dolor en esa pierna mordida que no acaba de sanar. Y miedo también, ya no a ese perro que corrió furioso y mordió sin compasión, si no a que venga otro corriendo mañana o dentro de dos minutos.

¿Se puede eliminar el miedo a que pase algo en el futuro cercano o lejano? No, seguramente no. Se puede eliminar la angustia por lo que acaba de pasar y nos hunde arruinándonos la vida? No, seguramente tampoco. Pero sí se puede mirar diferente, proyectar alrevés, entendiendo que mañana podríamos reirnos del miedo y de la angustia, e incluse de la vergüenza y el remordimiento. Total, para qué preocuparse de los tontos problemas de hoy, si los de mañana pueden ser mucho peores.

Ya ven... el pesimismo puede ser la mejor arma del optimista, y la preocupación puede ser la mejor arma del relajado.

Atentamente,

Jorge Bucay (aunque sin plagio)

jueves, junio 07, 2007

laperiferia.com

Alguien se descuidó y lo dejó vencer. Ya es mío.
No sé cuándo, pero en algún momento este descuidado blog se mudará.

Update: ya se puede entrar acá yendo directamente a www.laperiferia.com. Por ahora sólo está redireccionado.

viernes, mayo 25, 2007

A mi familia

Hola familia.
El lunes cumplimos 30 años.

Sé que ya empezaron los festejos, se subieron al avión, cruzaron el charco y van a pasar 3 días que representarán estos 30 años. 1 día por década, van a ser días intensos.

Sé que estoy allá con ustedes. O porque yo voy en mi mente, o porque ustedes me llevan con la suya, acordándose de que estoy, contando anécdotas o brindando en mi nombre.

Es fácil expresarse estando cerca... Basta con una sonrisa o un abrazo, basta con estar o conversar, por más que lo que se diga sea trivial. Compartir, de por si, es expresar. Pero no es tan fácil expresarse desde lejos... A la distancia lo único que queda son las palabras, no? Escribir no alcanza, lo que importa es lo que escribas.

A escribir entonces...

Viejos, tengo el honor de haber estrenado esta familia, hace 29 años, 2 meses y algunos días (estaban apurados?). Recuerdo borroso pero recuerdo, esa casa colonial rodeada de ciruelos. Recuerdo lo que costaba hacerme bajar de arriba de algún arbol para que fuera a comer (inútil, con la cantidad de ciruelas que había comido).

Mariano, te acordás del primer campeonato de fútbol, comandados por Jorge GC? Creo que salimos subcampeones. Y del año que vivimos en Buenos Aires? Eramos indios en el asfalto, cualquier "quién compra las facturas?" era suficiente para salir corriendo por Santa Fe hasta el kiosko o la panadería chocándonos a la gente que venía distraida mirando vidrieras. Y te acordás de tus casi 7 goles en el campito en la esquina de lo de Del Bosco?

Cecilia, sos la primera de la que tengo recuerdos desde antes de que nacieras. Me acuerdo de ir caminando con mamá por Marconi, justo a la altura de una casa que tenía tranquera blanca, y preguntándole por el hermano que venía. Fuiste la mujer que matizó tanto indio suelto, aunque te enojaba bastante que no te dejáramos jugar al fútbol. Te acordás cuando rompiste esa foto con la que te jodíamos? No voy a repetir lo que decíamos, a ver si te me enojás.

Se acuerdan ese verano en Chapadmalal, en lo de Billy, que nos despertamos y los viejos se habían ido a un asado? Pobres vecinos, y pobre viejos. Y esa vez en la misma casa, bailando en la cocina, codazo al diente y así lo tengo, todavía medio amarillo.

Isa, creo naciste ese año que nos fuimos de vacaciones a una playita perdida de Uruguay, pero algo me dice que los primeros pasos fueron yendo de papá a Billy en esa misma casa del codazo. Eras una negrita afro, hay fotos para comprobarlo. Cuántos años cumplías el día que me clavé el inflador en la mano? Y qué día se te ocurrió que yo podría ser un aceptable padrino?

Fer, hasta el día que naciste no sabíamos si ibas a ser Ángeles. Te acordás de "la piqueta" y los... los... ya no me acuerdo el nombre de ese juego... vos nos pegabas y con Mariano hacíamos que nos dolía. Y esa vez que te hice tragar la moneda para que se te destrabara de la garganta? Te acordás los "paluca" con Virginia y la insistencia en ponerte una vincha como las chicas?

Viejos... qué festejar en esto 30 años si no es este eterno listado de recuerdos y anécdotas? Calculo que tendrán las suyas para agregar, detalles que se me escapan de los 29 que me tocó vivir y los veintitantos que llevo de conciencia.

Completo la palabra con imágenes. Fotos que los chicos se encargaron de mandarme para armar algo. Algo que calculo están viendo en estos 3 días de viaje y festejo y que queda acá documentado para que el mundo vea que ni un día de estos 30 años fue en vano... Los quiero,

Agustín



PD: Fer!!! Me acordé!!! Eran "los falluteros"!!!

miércoles, abril 25, 2007

Una de las razones

Update: ese blog, Ponte la Peluka, del que hablo abajo, se mudó a dominio propio http://pontelapeluka.com. Un nuevo avance en mi aprendizaje de "administrador". Lo hice sobre Wordpress pero con dominio y hosting propios. El nuevo feed, si te querés suscribir, es http://feeds.feedburner.com/plplk

Por las que no ando tanto por acá es que escribo otro blog, que nada tiene que ver con este, más relacionado con mi profesión y mi pasión por internet.

Si, ni lo digas, me ganó el centro. Se llama Ponte la Peluka y están invitados a conocerlo o agregar su feed.

Le estoy dando bastante bola y además la plataforma de WordPress me gusta bastante más que esta. De todos modos La Periferia seguirá existiendo, con actualizaciones esporádicas y nunca muy meditadas.

viernes, abril 13, 2007

Un mapa personal de mi barrio





Esto es una prueba. Si no ven el mapa pueden entrar acá. Espero ir mejorándolo y actualizándolo, a medida que mejoran las herramientas provistas por Google Maps y MyMapsPlus.

Update: parece que funciona. Mientras voy mejorando algunas cosas, para ver mejor el mapa pásenlo a "Hybrid" y denle un grado más de zoom.

domingo, marzo 11, 2007

Ayer 29

1. Cumpleaños

Ayer, 9 de marzo de 2007, cumplí 29 años. Fue un día agitado, largo, divertido. Empezó a las 8am, terminó a las 7am, del 10 de marzo, claro. No paré ni para almorzar, estaba mudando mi oficina.

No es que los cumpleaños me depriman. Es más bien que me dan fiaca. Ser el centro de algo me da fiaca, y en un cumpleaños, tu cumpleaños, los sos. Si festejo es más que nada porque si no el 10 de marzo me arrepiento de haber sido tan vago.

Este año festejé gracias a que dos amigos, Nacho y Diego, se encargaron de que así fuera. Les salió bien, pasaron más de 50 personas a saludar, tomar algo y divertirse en casa.

Luli me regaló un libro, Carina un CD. Entre la dirección del laburo, Gmail y Hotmail, me llegaron unos 30 o 40 mails de felicitación. Me llamaron unas 15 o 20 personas, la mayoría desde Argentina. Otros muchos me saludaron por Skype o Messenger.

Me emborraché bastante. Y, dicen, por momentos me puse medio violento. Especialmente con las dos personas que se pusieron el evento al hombro. Sería fácil decir "porque te quiero te aporreo" o "es mi forma de expresar cariño".

Pero no. No hay justificación posible para haberme puesto violento. Fueron momentos que tengo casi borrados, por lo que me cuesta analizarlos. Suerte de blackouts, a lo Nicky de la serie Heroes. Estoy jodido.

Quizás los 29 sean momento oportuno para desarrollar mi costado irascible, dormido hace años. O desde siempre. Obviamente tendría que aguantarlo hasta que sea apropiada la ira, no como ayer: defender lo querido u obtenido, pelear por lo deseado o necesario.

No se cuándo uno se hace viejo. Sí sé la impresión que tenía yo de la gente de 29 años cuando tenía 10, 15, 20. También me acuerdo de mis viejos cuando tenían 29 años. Gente grande, claro, padres, tíos, hermanos de amigos, famosos... pero grandes no es el punto, grandes estamos hace rato.

El punto es que yo me los imaginaba serios, asentados, con una vida encaminada, aproblemática, en un camino recto y seguro. Maduros. Es como esa sombra en el desierto. Uno camina hacia ella, no necesariamente añorándola, pero sí imaginándola... fresca, tranquila, cómoda. Al final uno llega y se da cuenta que es más o menos igual que antes. Y entonces se proyecta... si no era muy cierta mi imagen de las personas de 29 años a los 15... por qué ha de ser cierta la imagen que tengo del de 45 ahora a los 29. O del de 80.

Te hace perder un poco el respeto, digamos. Se humaniza al sujeto más allá de la etapa de su vida que transite. Yo, inmaduro, inseguro, medio perdido en la incertidumbre, pavote por momentos, hasta infantil, irresponsable a veces, soy ese hombre de 29 años que el pibito de 15 desde la otra vereda ve, imagina, idealiza, respeta. Y quiero cruzar la calle y decirle "no pierdas tiempo pibito, no somos demasiado distintos, perdeme el respeto. Vos pensás que cuando tengas mi edad vas a ser muy diferente, pero creeme que no."

Pobre pibito, le va a dar un buen susto el viejo loco que cruzó la calle y se le puso hablar. Pero a los 29, con sus miedos, incertidumbre e infantilidades, se va a acordar de mí, que ya voy a tener 43 y voy a estar igual de perdido que siempre, igual que él, igual que tu abuelo, igual que vos.

¿Qué es cumplir años? Más allá de la fecha en sí, más allá de la cantidad de velas que haya en la torta. ¿Qué es crecer? ¿O qué es envejecer? ¿Cambia algo, se abre alguna puerta, se prende alguna luz?

Por cierto, ayer en mi torta había una vela, una sola, como recordándome cuánto falta para cambiar de década y ver el 3 adornando mis cifras.

No se me cayó el calendario en la cabeza, no te preocupes. Hace un rato 13, ayer 29, en algunos días 50. Y seguiré siendo el mismo perejil, un poco más curtido.

2. Mojón

Tenemos esa costumbre, instintiva casi, de generar mojones. Es más importante cumplir 30 que 29 o 31. El diario que cumple 100 años hace una fiesta más grande que el que cumple 104. Le queremos sacar una foto al cuenta kilómetros cuando marca los 1000 en el viaje que estamos haciendo. Seguramente Tio Rico miró con más amor ese dólar que lo hizo llegar a su primer millón que el que ganó acto seguido para pasar a tener 1.000.001. Y en la encuesta no tenés 19, tenés entre 16 y 20 o entre 21 y 25.

Mojones, milestones. Ayer Luciana me contaba de su pánico de los 29. No por cumplir 29, si no porque en un año iba a cumplir 30... ¿Qué iba a pasar con todo eso que suponía haber hecho o logrado a los 30? ¿Cómo hacerlo todo en un año?

No tengo objetivos a cumplir antes de los 30, no va a ser un año deadline, eso seguro. Pero vuelvo a ser el pibito de 15, yo a los 15, y me vuelvo a ubicar en sus suposiciones... Se pone complicado el asunto. ¿Qué porcentaje habré alcanzado de lo que imaginé cuando tenía la mitad de mi edad? En pocas palabras: casa, auto, un buen laburo, mujer, hijos, vacaciones familiares en la playa, perro, kilos de más, pelo de menos, tele, vino, fútbol, reunión de padres y "papá, firmame el boletín".

Déjenme calcular... ¿16%? No, con suerte 8%.

No va a ser un año deadline, definitivamente. Pero me parece que voy a empezar a cachetear a los pibitos de 15. No te engañes pibito de 15. Y no me compliques la vida con tu proyección imaginativa. O con tu imaginación proyectiva, como sea.

Eso sí: a los 60 me retiro, no laburo más, me voy a dedicar a ver crecer a mi nietos. Y ahora me voy, hay un viejo que está cruzando la calle para cagarme a bastonazos.

3. Ayer 29

Hoy 29 y un día. Transcurre por lo tanto mi trigésimo año de vida. Mi pibito de 15 no puso en la lista escribir y tampoco escuchar Pink Floyd. Tampoco puso vivir en México, aunque sí se imaginó algo fuera de las fronteras de Argentina. Me hizo arquitecto o ingeniero, y le resulté comunicador social no titulado. Me casó con la más linda del pueblo, pero ya ni conozco a las del pueblo. Supuso que le iba a construir una casita para que vivamos con los crios, pero alquilo, por lo visto, "per secula seculorum".

Me agendó una lista de viajes bianuales que trato de cumplirle aunque cambiándole despóticamente los destinos. Hace un par de meses aprendí a hacer cheques, quizás lo tenga medio engañado con nuestros "notorios progresos". Igual creo que lo que más le molesta es que fume tanto, pobre, con lo que defendió a capa y espada nuestros limpios pulmones.

Pero mejor vamos a graficar, porque me parece que esto se tornó medio confuso. Agustín, o sea yo, a los 15 años, era bastante parecido a mí. Flacucho y encorvado, melenudo rubietón, con la cara un poco menos angulosa que ahora, los dientes un poco más blancos. Está difícil describir su altura: estrenó los 15 con unos 163 centímetros, y se despidió de ellos con unos 175. En los años siguientes creció unos 12 o 13 más. Pesaba 60 y tantos y hasta el día de hoy no pasó la barrera de los 80.

Ahora la foto completa. ¿Nos ves? Al que le asoma una barba pelusa soy yo, él es el que camina agarrado de mi mano. Aunque en la foto no se note estamos charlando. Es una charla bastante aburrida, en eso nos parecemos también: aburridos para la charla. Le estoy recomendando a Dostoievsky y le cuento que nos encanta Pink Floyd. No me cree, lo único que escucha es Soda. Se lo agradezco.

Me pregunta muchas cosas. No de la vida o del mundo, si no de mí, de nosotros. Me dan vergüenza muchas de las respuestas, así que esquivo, en eso somos buenos. Me cuenta que en un par de meses se va como 40 días de viaje, a Cambridge, Inglaterra. Me guardo los detalles del viaje, mejor que se vaya sorprendiendo cada día, aunque le digo al boludo que se abrigue o va caer 3 días completos en cama y se va a perder el viaje a York.

Si te fijás bien vas a ver que estamos en Buenos Aires. Preferí que fuera allá para no quemarle la noticia de México. Dice que no le dijo nada a mamá del encuentro y me parece bien. Igual, si ella se enteraba y venía se hubiera relajado un poco con la educación, lo que nos hubiera venido bastante bien a los 3.

La foto la sacó Matías, a escondidas. Lo primero que hice cuando me despedí de Agustín fue prenderme un pucho. Me dio fuego un viejo que nos había estado mirando desde un banco. Después de prenderse uno también él se paró y se fue caminando por Las Heras, flaco, alto, medio encorbado, pelo blanco blanco. Tosió y me guiñó un ojo.

Esto de no andar contando el futuro fue bastante estresante.

4. Mañana 61

Me quedé pensando en el viejo que me guiñó el ojo. Los aeropuertos y los aviones son razón suficiente para pensar mucho. Para cuando llegué a México me había convencido de que él también era yo. Digo... si Agustín de 15 se junta a hablar con Agustín de 29, ¿Porqué no puede estar Agustín de sesentitantos mirándolos a lo lejos?

Me hubiera gustado que hablemos, claro. Y me pregunto porqué no me dio la oportunidad. Quizás se cansó de esquivar preguntas. Quizás le avergüenzan demasiado las respuestas. Quizás a los sesentitantos se es lo suficientemente sabio como para evitar charlas innecesarias.

Quizás fue un sueño. Si acaso fue un sueño, lo que no sé es si lo soñé a los 15, lo soñe esa noche en el avión o lo voy a soñar mañana, cuando tenga 61. De lo que estoy seguro es que ayer cumplí 29 y no recuerdo haber soñado ni la noche anterior ni la posterior. Cumplí años sin sueños, al menos oníricamente hablando.

A los 61 ya voy a haber escrito esto. Y también lo que viene ahora, que todavía no sé qué es. Haber escrito esto no me hace un artista ni un literato. Pero sí hace que Agustín de 61 sepa que Agustín de 29 ya está tratando de evitar las proyecciones imaginativas. O las imaginaciones proyectivas, como sea. Es una buena razón para no haberme hablado al menos (¿no te digo que los aeropuertos y los aviones te obligan a pensar?). ¿Qué me iba a decir?

"Si pibe, sigo siendo el mismo perejil, pero un poco más curtido".

Estaba bien vestido, discretamente desprolijo. No usaba anteojos ni bastón. En una mano, la izquierda, el cigarro, la otra, obvio, en el bolsillo. Traía un libro de un autor que no conozco ajustado en la axila del mismo brazo de la mano en el bolsillo.

Si me hubiera dado cuenta antes de que era yo, me hubiera fijado si tenía anillo.

5. Aeropuertos y aviones

¿Estamos de acuerdo en eso de que los aeropuertos y los aviones te hacen pensar?

Siempre que viajo de Argentina a México y viceversa viajo solo. Sólo desde que salgo de casa A y llego a casa B. Solo en un taxi, solo en el check in, solo tomando un café en el embarque o encerrado en el fumadero, solo en mi butaca, esperando que la presurización me embobe para dormir, solo en la escala, sea Santa Cruz de la Sierra, Panamá, Bogotá o Santiago, solo de nuevo en mi butaca, solo en migraciones, solo mientras espero la valija, solo de nuevo en un taxi, de otro color.

Casi no escucho música, casi no leo, casi no entablo conversaciones con los otros transitorios. ¿Qué más se puede hacer en esas horas de puerta a puerta si no es pensar? A veces baso mis pensamientos en el lugar del que vengo, otras en el lugar al que voy. Y esta vez en ese encuentro (real o soñado) raro pero grato, conmigo de 15, conmigo de 61.

Mi otra actividad favorita "en traslado" es observar a la gente. Que en realidad no es más que anclaje, ilustración o nuevo material de la actividad de pensar. Ese día buscaba gente que estuviera en mi misma situación, o sea, que estuviera conversando o hasta viajando con su yo más joven o más viejo.

Encontré un montón de posibles "encontrados", pero la verdad es que podían ser padres e hijos. Y no estoy tan loco como para preguntar. El ejercicio en cambio se tornó imaginativo y comparativo, algo así como "estudio de los efectos del paso del tiempo".

Estaba esa señora rubia de calzas de unos 45, con su ella a los 21. El paso del tiempo demostró en ese caso ser un serio atrofiador del buen gusto para vestirse. Y seguí durante varios minutos al señor de setenta y pico que iba en silla de ruedas, empujado por su él a los 36. Redunda decir que el tiempo nos degrada físicamente, pero también me hizo evidente cómo se puede arruinar el buen humor de alguien con quién sabe qué episodios vividos en esa media vida. Buen ejemplo de conversación que es mejor evitar. Seré sabio a los 61.

En el avión me tocó el asiento del medio. En todas esas horas no me decidí si el de la ventana y el del pasillo eran el mismo tipo en edades diferentes. Supongamos que sí eran, me dieron material para ilustrar cómo a veces el tiempo no cambia nada. Con tal de no viajar en el medio, viajaron separados y sin poder hablar durante todo el viaje. La mezquindad es una maña que se arraiga desde temprano y se acentúa indefectiblemente.

Me atreví a hablarle de mi teoría al taxiste del aeropuerto cuando llegué. Con un taxista mexicano se puede hablar de cualquier cosa. Es más, mejor hablarle de cualquier cosa antes de que te saque el acento y se ponga a hablar de fútbol.

Me dijo que le parecía de lo más interesante y que si tenía la oportunidad se encontraba con su él a los 21. Para darle unos buenos madrazos, básicamente. Era tarde, fuimos por el Viaducto.

6. Cambio o no cambio

El cambio, al menos en mi experiencia personal, es una actividad pasiva. Quiero decir... el modelo "voy a cambiar esto por tal o cual razón" no me funciona. Me da fiaca desde el vamos, desde la mera conceptualización del problema, su solución y el cambio implicado en el tránsito entre los dos extremos del proceso.

Y sin embargo cambio, mucho, todo el tiempo. El cambio pasivo, que llega sólo y sin preguntar. No contempla el problema, no planea la solución, no medita el proceso. Simplemente llega y se me instala, y para cuando lo veo ya hizo su efecto y me hizo diferente.

Haber estado (sería ridículo decir "haber conocido") con Agustín a los 15 no me inspiró ni generó ningún cambio. Pero ese mínimo contacto con Agustín de sesenta y pico en cambio sí. En realidad, seamos coherentes, me hizo ver y aceptar un cambio que ya se había instalado solo hacía un rato.

Ayer cumplí 29 años. Hoy es sábado 10 de marzo. 5am del 11 en realidad. Y ya no se a dónde va esto que estoy escribiendo. Tenía destino de borrador, pero lo voy a publicar.

Hola Periferia.

sábado, septiembre 02, 2006

¿Qué sería hoy de esto?

Adiós tabaco decía el otro día Diego.
Quizás aplique también a la música.

Imaginate a Billy haciendo las gestiones para el remake de su video en un bar de USA siglo XXI...

viernes, agosto 11, 2006

Nadie me vio partir, lo se...

Las 9.30am es una hora que me suele encontrar en la calle, atascado en alguna esquina saturada del DF, casi casi llegando a la oficina. Por allá por el asfalto, nunca lo hubiera notado, pero acá en el 7mo piso lo sentí en mis piernas, y en varias partes más.

En una semana de mucha casa por la fuerza mayor de la gripe o lo que sea que me invade, las 9.30 de hoy fueron toda una nueva experiencia. Todavía en calzones, mirando por los ventanales de mi cuarto a esta ciudad cubierta de smog y polvo, sentado en la compu, respondiendo algún que otro mail, despejando alguna que otra duda por skype, todo de lo más engripado y normal hasta que el escritorio y la compu empezaron a sacudirse.

"Qué mal me levanté" pensé por un instante. El mareo era mareo pero diferente, me paré y sentí que me iba a desplomar, como si una onda de agua pasara por debajo del piso. Ningún sentido tenía agarrarme de la mesa, tan inútil como mis piernas. La ropa en el placard tomó vida, las perchas empezaron a sonar al golpear entre sí.

Hice una pausa, miré para afuera, la gente ni se inmutaba, pensé en el consejo que solían darme de recién llegado... buscar una viga, ponerse abajo... me di cuenta de que en mi casa es inútil, están demasiado cerca de las ventanas... caminé al living, volví al cuarto... parecía que estaba aflojando, esa gran ola debajo de mis pies se iba calmando, volví a sentarme, frenó, respondí otro mail. Todo en no más de... 15 segundos? Aunque pareció una eternidad. 5,9 richter dice el diario, epicentro por allá por las costas de Guerrero.

A los 7 minutos volió a temblar. De nuevo lo sentí pero ya no me alarmó tanto. Menor duración, 4,9 richter.

Después de casi dos años por estos lados ya había perdido mi virginidad tembloril.

viernes, julio 28, 2006

Hay tráfico

Dios sabe cuántos aviones despegan y aterrizan al día en el aeropuerto del DF. Los veo subir y bajar de a cientos y miles, intento descifrar rutas y destinos, estrategias de mentes estresadas intentando ordenarlos en mil idiomas, con un millón de códigos indescifrables.

Llego del laburo, temprano a veces y ahí termino, tirado en el sillón blanco intentando interpretarlos. Miro al norte, donde la Torre Mayor es reina y desde atrás de su imponencia asoman de a uno, a veces cada menos de 60 segundos. El día va bajando y se empiezan a dejar adivinar desde lejos por las luces. Pueden llegar de Los Angeles o desde Nueva York, quizás desde Tijuana o Monterrey.

Cuando dejan de aparecen a lo lejos adivino que alguien desde su torre de control dictaminó el cambio de dirección. Puede que ahora los visitantes estén llegando desde el sur, el norte es todo despedidas.

Los aviones que antes llegaban silenciosos ahora se van con ruido. Las turbinas empujan hacia San Francisco o Miami, o de nuevo Tijuana o Monterrey. Cuando van desapareciendo en el horizonte ya levantan el ala y desvían para donde les toque.

Ya es de noche en México y la torre es el farol de mi patio delantero. Las luces de nuevo enfilan para este lado. Todo lo que va alguna vez vuelve. Acá somos veintitantos millones, de repente 120 más, de repente 210 menos. El random de discos de Cerati 92 - 06 sigue caprichoso desafiando mi rápidez de memoria. La ciudad sube el volumen y yo me voy a abrir otra cerveza.

jueves, junio 22, 2006

Periferia ilustrada

El amigo Pat, desde Madrid, anda ilustrando a sus bloggers visitantes.
Me tocó finalmente el turno, por lo que la Periferia ha sido ilustrada por primera vez.


Mi ojo ve, usa peluka y tiene patitas de bebé regordete!

Gracias Patrizio!


¿Hay otras Periferias?