lunes, septiembre 26, 2005

Pragatecas

Podría ser por bibliotecas (en Praga), Pinacotecas (en Praga), Vinotecas (en Praga), pero no, es por Zacatecas (y fuera de Praga).

Zacatecas es Estado, pero también ciudad. Aquel hilo fino que parecía agua escurriendo en el desierto pero era asfalto, siguió insistentemente derecho. Llegó a una esquina (a lo Esquina de Crotto) y dobló a la izquierda. Nuevamente recta, la ruta nos llevó a interesantes escenarios montañosos, cactusosos y de increible cielo (visible en "Atardece que nos poco" por allá abajo).

La mejor escena de la ruta fue ver al sol y a la luna en un extraño acto carnal donde los rayos de él reflejaban en ella dibujando tiras románticamente rosas en el medio. Extrañamente, ella más grande que él. Lamentablemente infotografiable.

Aquel hilo fino, les decía, luego de tanto escenario, nos depositó en, vaya escenario, Zacatecas. Más allá de la lucha para que mis refinados compañeros aceptaran hospedarse en un hostel (no había un puto hotel disponible), la ciudad me hizo, para seguir maldiciendo, caer de culo.

Y no, no es Praga, pero debe ser lo más parecido que vi en lo poco que conozco de Latinoamérica. Hoy me falta inspiración literaria, pero especialmente lo que pide la gente (fotos), pobre Zacatecas, no se lo merece.


Vaya uno a saber en qué año construyeron Zacatecas. Por ahí aparece esa catedral extrañamente barroca de hace algunitos siglos, por ahí ese monasterio derruido de hace algunos siglos más. Las callecitas angostas y empedradas son testigos de veredas estrechas y edificios de lo más europeos que dan esa sensación de por allá por el este. La ciudad estaba de fiesta, como todo el país ese fin de semana, pero la fiesta en Zacatecas era especialmente fiesta. No había balcón sin la bandera tricolor y el gran escudo dorado. Bandas murgocircenses se disputaban la estridencia de cada esquina y a los no tan pocos dispuestos a bailar ya medio embebidos.

Nosotros, cansaditos por la búsqueda de una cama y sábanas dignas apenas si llegamos hacer una recorrida fugaz para no dejar de sorprendernos. Pero la sorpresa no es café e igual dio sueño. Y como decía un párrafo de Rulfo justo ese mismo día más temprano, "el sueño es el mejor colchón". Lo fue hasta el día siguiente.

Dia siguiente, ya domingo y fin de fiesta, que con sol pleno nos acompañó en una última y final recorrida por esta ciudad mágica que me encuentra sin inspiración literaria y fotos dignas. Zacatecas, ciudad y estado, la cuna de una España que pisó México para fabricar religión y arte. Y tan mal no le salió.


Queda medio día en Guanajuato, pero eso ya es historia de ayer, que espero contar mañana.

jueves, septiembre 22, 2005

100% Real

Real de Catorce parece mágico, pero es 100% real.
Parece mágico desde el momento en que a cada kilómetro que avanza el auto por la ruta, el aire se va haciendo más y más caliente, más y más seco, más y más penetrante.
Parece mágico cuando hasta los pocos pastos que se atreven a colonizar el desierto empiezan a rendirse.
Parece mágico cuando al doblar a la izquierda se empieza a transitar un camino de piedras, lajas, adoquines que parece la entrada de un señor barrio privado high pero es de verdad. Es Real.
Parece mágico cuando se busca el final de ese camino que parece ir a ningún lado o a estamparse directamente con las montañas...

Real de Catorce parece mágico, pero es 100% real. Y realmente bizarro.
Se pone bizarro cuando la "policía" te frena sin que hayas recorrido la mitad de ese camino real. Se pone bizarro cuando te piden amablemente que estaciones el auto porque vas a tener que llegar al pueblo en un camión jaula a lo ganado. A lo vaca.
Se pone bizarro cuando te encontrás en tu camión jaula haciendo cola detrás de otros tres camiones jaula, adelante de otros 6 camiones jaula y esperando cruzar un túnel.

Un túnel en el que se turnan para ir y volver porque es angosto y en el que parece que lloviera porque es húmedo. Un túnel que es montaña en carne viva, piedra mutilada y sin cicatrizar.

Real de Catorce se hace rogar, allá, unos cuatro kilómetros de petrea penetración hacia adelante. Es una luz del día que no llega y se extraña, a pesar de que quema. Es llegar para bajarse del camión, dejar de ser vaca y empezar a ser oveja, el único animal que puede caminar plácidamente debajo de ese sol y comiendo de eso que es casi pasto, casi planta.

Un aire fresco, de dónde vendrá y quién sopla tan fuerte para que llegue hasta acá, recorre Real de Catorce. Un valle chico y de altura le da cuna. Y ahí apoya sus casitas, que parecen sólo piedras amontonadas. Intentar rodearlo por sus afueras es caminar por abismos, intentar recorrerlo por dentro es escalar montañas. La vista se confunde entre la inmensidad del desierto de allá abajo y la intimidad de callecitas de acá arriba. El cielo, demasiado azul, lo abarca todo, acá y allá, arriba y abajo. Y un aire fresco, cómo llegaste hasta acá, disimula el ardor de la piel que se va a quejar más tarde.

En Real de Catorce hay más cactus que piedras. Y hay más piedras que personas, vacas, ovejas. El valle grande, el de allá abajo, repite ecos que no conoce. El valle no distingue llantos de risas, sólo repite. Junto con los ecos suben aromas. Y junto con los aromas sube el fantasma que reina allá en el fondo. El peyote: amigo de los cactus, amigo de las piedras y amigo de los ecos. Quizás también amigo de las personas. No lo se.

De Real de Catorce también salís como vaca. Cuando ya te cansaste de ser oveja, cuando el viento se cansó de disimular la calcinación, cuando los ecos ya son bostezos. Espera un tunel y su espera, espera un auto y espera un camino, de piedras, adoquines, lajas. Para salir de tan exclusivo barrio y volver al desierto.

Y espera ese hilo que parece agua pero es asfalto, que avanza casi sin curvas, buscando el camino más directo a tierras menos hostiles.

miércoles, septiembre 21, 2005

Onírica Xilitla

Xilitla queda en la Huasteca Potosina (traducción: en una zona de montaña y selva en el estado de San Luis Potosí, México).
Xilitla es la casa donde alguien se dispuso a construir sus sueños.

Un día de no se bien qué año, un tal Edward, inglés él, llegó a Xilitla y decidió instalarse. Sus conversaciones con Dalí lo habían convencido que el mejor arte era el de representar sueños en las obras.

Cuando Edward conoció México, supongo, sintiose adormecer. Cayó en un estado de densidad y pesadumbre mental, barruntó en un aire de plomo y sintió cómo se nublaban sus ojos. Dejose aplastar por ese bloque de cemento invisible por el que las almas acá pasean. Y soñó.


Cuando Edward soñó, supongo, soñó Xilitla. Y en Xilitla soñó a Dalí, a México y su atmósfera pegajosa y se soñó a él. Rodeado de mariposas. Cuando se despertó de su sueño, Edward, onírico, creo Las Pozas.

A Las Pozas llegué sin haber dormido la noche anterior. Despierto desde las 8am de miércoles, Las Pozas me recibió un jueves a las 4pm. Ya no se si soñé una montaña, un río, unas cascadas, mariposas y verde exacerbado. Y no se si soñé el sueño de Edward o el mío propio. El sueño de Edward está fragmentado en oníricas construcciones que se reparten el poco aire que deja libre esa selva, en esa montaña, compartido por ríos y cascadas. Mi sueño es líneal pero más borroso que el suyo. Y cuando termine de desaparecer mi sueño, nebuloso, el sueño de Edward va a seguir en pie.

Haciendo soñar a otros.

En México...

Amanece...



Y atardece...


Que no es poco.

martes, septiembre 20, 2005

1000 cosas, 0,000 segundos

Uf, quiero contar mil cosas. Todas relacionadas con México, sus colonias/barrios, su gente, sus pueblos, sus ciudades, sus paisajes, sus fiestas, su historia.

No puedo ni ponerme a escribirlas de una manera mínimamente presentable. Y no estoy en esas épocas de improvisación total. Ya va a salir, vomitado, como siempre.

Mientras tanto, una estupidez que no se porqué, se me pasó por la cabeza. Dos estupideces en realidad. Dos cosas, quizás las únicas, de las que estoy completísimamente seguro:

1. Muchas veces (prácticamente siempre, según cómo me mires) pereciera que soy un total y completo imbécil.
2. No lo soy.

No me interesa mucho demostrar que no lo soy. Pero tenía que decírtelo, por las dudas.
Y valga aclarar: esto no está inspirado por ningún episodio en particular y no va dirigido a absolutamente a nadie en especial (viste que siempre se le anda buscando la explicación a todo, no?). Si así fuera, sería un (total y completo) imbécil.

Eso...

Y que oscilo entre Rulfo y Cortazar. No tiene nada que ver, pero lo de arriba tampoco. Niebla, Unamuno, Augusto, Gotti, Rosarito, Eugenia y todos los demás personajes de la nivola... estupendos, ojalá me visitaran más seguido.

jueves, septiembre 15, 2005

"Hola" (casi ficción, como todo)

Con las manos en los bolsillos, como siempre, salió con rumbo definido de la casa. Con rumbo definido. Tenía la mala costumbre de no salir si no era a algún lado en especial. Muchas veces se había preguntado porqué no salir simplemente por salir, a donde toque. Pero siempre había una excusa para no salir porque sí. Para quedarse en casa haciendo cualquier cosa. Casi cualquier cosa era excusa: un libro, un amigo online, un cigarro o un termo de mate. En cuanto sonaba el teléfono con una invitación, salía a la calle. Con rumbo definido.

La mano derecha jugueteaba en su bolsillo con llaves, monedas y algo más que vaya uno a saber qué era. La izquierda, la hábil, hacía trampa con el shuffle de la música. Disfrutaba de las pocas cuadras en que terminaba de despedirse de sí mismo para entrar en acción social. Se preguntaba entonces por qué nunca salía a disfrutar de eso, solamente eso, sin que nadie lo esperara al final del camino.

Sin respuestas a sus preguntas y haciendo cuenta regresiva de las cuadras que faltaban, siguió caminando mientras en los oídos sonaba alguna psicopoesía floydeana. Quería cantar pero no le gustaba hacerlo con las dos orejas bloqueadas por auriculares. Cuando la necesidad era mucha, dejaba de juguetear con monedas, llaves y vaya uno a saber qué mas, se sacaba el de la oreja derecha y entonaba alguna línea o estrofa. No porque le gustara especialmente escucharse. Más que nada para constatar que no estaba haciendo ningún daño a la melodía de la ciudad.

Con sol, con lluvia, de día o de noche, siempre había alguna excusa para disfrutar de esas pocas o muchas cuadras de caminata. No tener auto tenía sus ventajas y rechazar los paraguas a veces también. Elegía diferentes caminos cada vez, sonreía casi sin razón aparente y trataba de entablar tácitos contactos, humanos nexos con quien tocara cruzarse en suerte.

Esta vez había sol. Un sol de esos que no castigan si no que apenas si calientan la piel y hacen sentir a uno que todos los días deberían ser así. Frenó de repente y se olvidó a dónde iba. Algo extraño había pasado y se exprimía el cerebro para entender qué era. Se dio cuenta, con vergüenza, de que sus nexos tácitos se habían alterado y había pronunciado un “hola”. Un “hola” que se escapó por necesidad, inevitable. ¿Cuándo había sido? El año pasado, hace una semana, media cuadra para atrás… Se dio vuelta para mirar ese instante de pasado y entender ese saludo prófugo e inexplicable.

No vio nada ni a nadie. La calle vacía de gente y sin bares, restaurantes ni peluquerías. Algunos autos pasaban por el boulevard que había cruzado media cuadra atrás pero nadie caminaba. Se decidió a volver al pasado y entender… entenderse. Caminó ahora más rápido y sin prestar atención a la música, que de repente dejó de ser compañía necesaria para tornarse en molestia. La música es así: o filtra y armoniza el mundo que pasa ante los ojos o molesta y arruina todo hasta hacerse insoportable. Miraba para todos lados tratando de leer un porqué. Buscaba una cara, un pelo o una mano que sirvieran de explicación. Llegó a la esquina del boulevard y ya no le prestó atención a ese caminito del medio rodeado de árboles. Sólo quería ver a alguien, a algo, a esos oídos que habían escuchado su “hola”, caminando por ahí o por allá, pero caminando.

Indignado y decepcionado, al borde de rendirse de una batalla efímera, volvió a apuntar los pies hacía donde iba originalmente. Apagó la música, de repente culpable de no haber prestado más atención al camino y sus casualidades. Dejó de sonar esa canción maldita y escuchó: “hola”.

martes, septiembre 13, 2005

Sabes a chocolate

Hoy la yerba La Merced Barbacuá me sabe a chocolate... a chocolate águila en barra, amargo...

Mezclado con el pucho, esto es doblemente ahumado.



Mis saludos a quienes viven de y para este noble producto.

jueves, septiembre 08, 2005

Es uno de esos días...

... en que tengo ganas de escribir pero no tengo idea de qué.
... en que como está todo bien y me siento re productivo (que no es lo mismo que reproductivo) no hay necesidad de vómito ni nada de eso.
... en que me pregunto de dónde saqué la inspiración para escribir todo lo bueno, malo o mediocre que escribí antes.

NO LEAN
EN SERIO
JURO QUE ESTA VEZ NO TENGO NADA QUE DECIR Y SOLO HABLO CONMIGO MISMO





QUE NO LEAN!!!

Esta semana encontré el caminito ese que venía medio tapado y eso me dejó tranquilo. Tengo mil cosas que hacer y las voy sacando limpia, tranquila y ordenadamente como a mí me gusta.

Y me juré que no iba a hacer crónica del día, así que basta.

Pero no puedo dejar de hacerme la pregunta que ya se hicieron muchos. Porqué me (nos) cuesta más escribir cuando está todo bien? (todo bien es un decir, siempre). Tienta responder trillado: escribir es descargar, el dolor inspira, la soledad da tiempo, etc, etc, etc, y un montón de aburridos y repetidos etcéteras.

Igual... hay algo que está mal (siempre) y es que... no tengo de qué escribir. Y me odio por escribir por el solo hecho de escribir. Pero necesito escribir y no tengo inspiración para escribir. Y eso está mal. Y a pesar de que algo esta mal no tengo de qué escribir. O sea que todos los etcéteras de arriba son mentira. O son verdad, porque al fin y al cabo estoy escribiendo. Te dije que no leas, ahora jodete.

Es raro el momento, y quizás por eso falta inspiración. Me siento muy estabilizado. Salvo por el pucho (maldito pucho, hasta hace poco te quería) ando lejos de los extremos esos que tanto me gusta frecuentar. Un par de violentas pero importantes palmadas en la espalda en los últimos meses hicieron un efecto raro en mí. Cuento con que nadie está leyendo (no se puede hacer un post oculto? no voy a sacar lapiz y papel después de 3 o 4 meses de blog!). Sigo. Un par de violentas pero importantes palmadas en la espalda en los últimos meses hicieron un efecto raro en mí. Siempre dije que por algún problemita nunca resuelto de autoestima, yo confiaba más en la confianza que me tenían otros que en la que me tenía yo mismo. Y eso cambió, casi totalmente, de un día para el otro (o de un día para el otro me di cuenta de que había cambiado) (o de un día para otro me di cuenta de que nunca fue así pero me vino bien pensarlo). Es sólo un ejemplo.

Otro ejemplo es que veo que puedo hacer todo lo que tengo que hacer (monotemática y laboralmente hablando) sin quemarme la cabeza y recontra estresarme. Pueden ser 10, 12 o 14 horas, pero con una tranquilidad y seguridad mental que las hacen simples, directas, productivas... interesantes al fin y al cabo. Y no me aburro. Eso es lo bueno. (igual me tomo mis ratitos para pispear blogs).

Y lo raro es que no se si me gusta o no... digo, esa tranquilidad, el sentirme bien y responsable. El estado alterado al fin y al cabo me gusta. O al menos me inyecta esa adrenalina que le da más gusto a todo. Y si a esta altura seguís leyendo, espero que te hayas convencido de que no vale la pena seguir. Quiero decir... me hace sentir bien el hecho de ser capaz de afrontar lo que me toca, confiar en que puedo lograr un objetivo, saber sobrellevar la responsabilidad y no hundirme en ese congelamiento repentino y autoboicoteante que tan bien conozco (no el de los sueños) (no se para quién aclaro, quiero creer que ya no lee nadie). Pero es esa maldita manía de ver hasta dónde se estira una soga. Jugar con mis límites y desafiarme a ganar el partido en el último segundo.

Igual no dejo de estar contento. Salvo por esto de tener medio abandonado el blog. Escribir un post megalargo como este y por el sólo hecho de escribir algo (que no deja de ser cierto pero sí deja de ser vómito) (basta de aclararle a nadie!) (nadie?) me hace pensar que a fin de cuentas la necesidad real es escribir, por sobre la necesidad de ser leido. Aunque nunca entendí eso de escribir para que no te lea nadie. Salvo hoy. Que igual estoy seguro que algún masoca está leyendo esta inútil línea.

No se. Si lo que necesito es seguir sintiéndome bien con lo que hago "para ganarme la vida" y al fin y al cabo "para ser feliz", seguiré haciendo eso. Quizás llegué a ese punto de "basta de pendejadas", quizás es sólo una islita de cordura. Estar escribiendo este post tan absolutamente lineal, racional y serio puede ser un poco la demostración de eso. Dónde quedó mi locura? No respondas! No estás leyendo!

Y quizás sea hora de olvidarme del vómito y de volcar esa racionalidad, esa capacidad de seriedad y planificación hacia una expresión escrita más acabada. En pocas palabras: abandonar el blogging (siempre queda Arranques) o al menos pausarlo para dedicarme a escribir lo que puede que necesite escribir... llámese cuentos, historias o una novela (jua, qué delirante).

Puede que haya cumplido una etapa, y que la Periferia haya cumplido con su cometido:
- hacerme de falsa terapia en meses ásperos,
- inspirar una "cadena de favores" que hizo que también otros sigan este sano y divertido camino.
Me divertí, me conocí y, quizás algo que no había hecho antes, me di a conocer. Seguramente siga Perifereando (en el sentido blogger de la palabra, claro) y siga divirtiéndome, conociéndome (esa carrera tampoco la terminé aun) y dándome a conocer. No es un fin, evidentemente. De hecho, no había pensado este posible rumbo cuando te rogué y supliqué que no leas. Y vos todavía acá. No tenés nada mejor que hacer?

Yo si, tengo muchas cosas mejores que hacer que teorizar y decir pavadas acá. Así que me voy a ir. A por unas chelitas y a por un poco de Periferia (de la no bloggerística), al fin y al cabo no dejaré de ser periférico.

No te quejes si me voy y te dejo acá, en soledad. Yo te dije que te fueras hace rato, y vos decidiste perder tu tiempo a pesar de las advertencias. Cuando hay advertencia no hay traición, dicen.

Creo que voy a anular los comments en este post.

Que sigas bien. Bien aburrido.

martes, septiembre 06, 2005

Shuffle

Salí medio apurado pero sin olvidarme de meterme música en el bolsillo. Crucial para el tiempo indeterminado de viaje solitario entre caminata, metro, taxi.

La fiaca pudo y no saqué el aparato para ver qué sonaba. Empecé a tocar botones a ciegas y no sonaba nada. De repente, casi haciéndome caer del golpe de ruido, sonó una canción que ha tenido sus épocas pero hace rato no escuchaba.

Me pregunté si "Sin sobresaltos" estaba ahí porque mi dedo ciego la había elegido, o porque sin querer había caido en Signos, ese gran disco que empieza con esa gran canción (tendría que chequear eso porque hablo de memoria) o simplemente no se, un shuffle loco que vaya uno a saber de dónde salió.

Pensé que siempre, caminando esas cuadras hasta el metro, la música me depara alguna sorpresa y traté de adivinar la intencionalidad por nadie intentada de que, con 850 temas para sonar al azar "Sin sobresaltos" haya sido la indicada.

Concluí, sin demasiado esfuerzo, que por alguna razón mi vida parece acontecer sin demasiados sobresaltos. Algo así como que me pasan las mismas cosas que a cualquier perejil pero nada me altera demasiado. O si me altera... mucho no se nota.

Cuando empezó la segunda canción fue evidente que se trataba de un shuffle de absolutamente todo lo que contiene la maquinita. Digo... no tiene mucho que ver Kruder Dorfmeister con Soda Stereo, o con Radiohead, o con el Chango Rodriguez, o con Kevin Johansen... no? Al menos no los tengo juntos en ninguna lista, salvo en esta que incluye más o menos todo lo que más o menos me gusta. Pero bueno, arrancó con Soda y Sin Sobresaltos.

Decidí ver qué más se me caía en suerte en los oídos. Todo sorpresivo, claro, pero sin demasiadas conclusiones.

Y pasó el viaje de ida, la reunión 1, la espera, la reunión 2 y la vuelta.

Y todo sigue así, como siempre. Sin sobresaltos.

jueves, septiembre 01, 2005

Se me ocurrió...

... que es cierto, a Seguro se lo llevaron preso. Pero comparte celda con Imposible.

(por fin un post corto)
(pero siempre pongo algo de más)
(como estos paréntesis)



(LIBERTAD A LOS PRESOS DE LOS LUGARES COMUNES!!!)

A vomitar que se acaba el mundo!!

Mi adivino personal no falló. Hoy sonreí, muté, hice.
Buen shock anímico Arranques, que hoy estalló en mil pedazos y para mañana promete más.

La gente acá, allá, en internet (mail, msn, blog) y en la "vida real", en MX y en AR, es linda. Linda es la palabra.

LINDA.

Linda estupidez la que escribo, quizás (quizás no), pero no importa. Hoy la gente es linda. Acá. Ahora.

Toy con ánimo de guitarra (de escuchar, no de tocar porque soy de terror), de canto, de "te acordás de aquella?". Con ánimo de risa y un poco de vuelo. Que suena a faso, pero no, no es necesario. Al menos para mí.

Pero (sieeeempre hay un pero), de repente me sentí border en serio. O bipolar, no se los tecnicismos. Voy como ascensor por la vida como nunca antes me había pasado. Está bueno, vivo más... no se si se entiende. Puede que esto de escribir profundice las sensaciones. Es fácil mentirse a uno mismo. Sentís el síntoma de algo. Tratás de expresarlo. Le encontrás la vuelta. Para que se entienda lo exagerás o profundizás un poco. Te crees la exageración. Y de repente mirás para atrás, te mirás hoy. Y te preguntás: tanta diferencia hay entre ayer y hoy? Porque si es por lo que leo acá, en el blog, te diste vuelta como una media...

Y no, no hay tanta diferencia. Pero la descarga es eso, no? Exorcisar, que le llamo. Desprenderse de algo. Depositarlo en algo, en alguien. Y para asegurarte de que salió hay que raspar hasta el fondo. Ahí viene la exageración, o profundización.

Y me estoy aburriendo. Mucho. Cada palabra que escribo coincide con un "no la escribas". Tarde. Está dicho, y es un poco la política de la casa por estos días. El vómito. Esa arcada quizás inexplicable pero definitivamente inevitable. Salió fiera, qué querés que le haga?

Y me sigo aburriendo. Quisiera escribir un cuentíto, una anécdota en tercera persona. Pero esas también se vomitan, y hoy no tomé de ese veneno. Con esto de la casa oficina me faltó calle.

Podría contar otra historia de metro, de música, de añoranza o de nostalgia. Pero no hay. De pesadillas en vigilia, amigos o bares. Tampoco. De reencuentros y reconstrucción de mundo. Hubo, pero no me envenenaron. Planillitas de excel, cálculos, proyecciones y adivinanzas, ansias y nervios. Envenenan, pero no las vomito, no por ahora.

Hola amigos. Pasaba a saludar. Y vi luz. Entré y me encontré con esto escrito. No se quién fue, pero espero que le haya servido. Pido disculpas por la intromisión. Espero que el colado no los haya aburrido.

Buena noche.


¿Hay otras Periferias?