lunes, noviembre 21, 2005

Al menos para mí...

La playa, al menos para mí, es eso. Eso que decía más abajo.

Es un exorcismo, una rebelión absoluta contra la vida cotidiana, un nadismo total en el que el mayor pecado es la vuelta mental a la ciudad y sus obligaciones. Al menos para mí, la playa es un ejercio agotador, una exageración del esfuerzo físico hasta el agotamiento total de cada célula de mi cuerpo: no acepto la mansedumbre del playero descansando, no acepto el intelecto del playero lector y no acepto la recreación del playero deportivo. Al menos en mí, cada uno lo que quiera, claro.

La playa, al menos para mí, no existe sin el mar. Obviedad si las hay, pero no me refiero al mar por sus fines contemplativos o paisajísticos, me refiero al mar como centro total de acción, como principal víctima de mi afectuoso esfuerzo, como protagonista de mis horas.

Llegar a la playa es ir directo al mar. Al menos en estas playas receptivas del Pacífico mexicano donde entrar al agua no es desafiar a la gripe. Estar en la playa es, en realidad, al menos para mí, mirarla desde lejos. Mirar la playa desde el mar, no el mar desde la playa.

Los sábados, como les contaba hoy via mail a mis amigos, soy una suerte de tarzán. O mejor dicho... un quijotesco tarzán. Horas y horas adentro de ese mar bravo, desafiante. El agua, sin ser el Caribe para mí desconocido, es transparente con un tono verdoso aturquezado que concentra la atención. La temperatura invita a pasar horas y horas como si se tratara de una dulce ducha de agua tibia. Las olas... las olas son los molinos de viento, son péndulos electrizantes transformados en altísimas murallas de cristal líquido con fondo de pantalla de peces y todo.

Las horas pasan y no puedo salir. Al menos yo, encuentro en ese encuentro la razón de existir por algunas horas. El mar bravo es un desafío para mis sentidos, para mi instinto de supervivencia, para el exorcismo en el que me hago carne cada vez que puedo ir a la playa.

En un rato ya me siento parte, soy uno con ese mar y sus olas violentas, pierdo mi escencia terrestre y me hago anfibio. Todos mis movimientos se van adaptando a los revolcones, al subibaja, a la barrenada. Cuando la ola de 3 y 4 metros de altura y estallido violento viene y me encuentra mal ubicado, me entrego a la explosión atómica que me envuelve, me hago agua con el agua y dejo que el tornado submarino me haga dar vueltas y flotar como cumpliendo sueños espaciales, sueños infantiles de astronauta.

El sábado pasa y cierra con el que, dicen, es el mejor atardecer de México. El sol, grande y consumido cae lento y se mete conmigo al agua, la sombra toma el poder y el día se apaga. El cuerpo, agotado, siente el sol y el esfuerzo de pies a cabeza, disfruta de la textura arrugada y presiente lo que viene.

La noche de sábado todavía me encuentra con energías. La cabeza limpia y el cuerpo ardido ya no son los del viernes. La predisposición va disminuyendo, la oruga aprovecha sus últimos impulsos vitales, siente el dolor de alas extrañas que surgen de la nada, se entrega, volatil, expira, muere.

El domingo todo ha cambiado. Las mariposas viven un día y ese día, al menos para mí, es lánguido y doloroso. El domingo el quijotesco tarzán se transforma en un kafkiano gandhi. Todo es paz y lentitud, todo es volatil y superfluo. El vigor se transforma en debilidad, la fuerza en dolor, la actividad se limita al traslado necesario para la supervivencia y la mínima interacción social. La arena es cama, la piel arde, la cabeza late, los pies, siempre siempre descalzos, caminan lento.

El domingo ya eliminé cada demonio del viernes. El domingo ya me fundí con sol y mar. El domingo morí y estoy, lenta lentamente, resucitando para un nuevo lunes. Que ahí me espera, en mis versiones tarzán o gandhi, para encarar de nuevo esta vida lejos de la playa, bien adentro de una ciudad de 20 millones de personas.

Pero muriendo.
Y resucitando.
Siempre, cual Fénix.

10 Comments:

Blogger Unknown said...

Si hay algo que me falta en Madrid, es la playa. Después de no disfrutarla durante años en Buenos Aires, la tuve durante mucho tiempo a un paso, en Bologna.
Ahora, otra vez lejos. Y más lejos todavía.

Ah, perdón por romper el clima del post, pero cuando leí “nadismo”, creí leer “nudismo”. Y acá de eso, por suerte, hay para regalar.

22/11/05 2:52 a.m.  
Blogger Carol said...

Lo unico que encuentras aqui es "viajes domésticos"...

Un secanal. Un asco.
____________________________

Se me ponen los pellejos de gallina pensando en la playa, la brisa fresca al atardecer, taparte los brazos con la toalla y sentada, en silencio, mirar el mar ya desierto...
Relax.

22/11/05 8:05 a.m.  
Blogger Carol said...

perdon por la incoherencia morfológica:
son "viajes domesticos"...

22/11/05 8:07 a.m.  
Blogger Peluka said...

Los madrileños y sus horarios tempraneros. Es lindo escribir a última hora y encontrarse dos comments al despertar. Y si los presento?

A cuánto quedan las playas más cercanas a Madrid? Mucho más de 4 horas? Es más o menos lo que viajo yo desde el DF a Acapulco. Lo que si... acá se tiene la seguridad de sol y calor casi todo el año. Bendito México.

Carol... no entendí la corrección... sólo sacaste un acento que a mi juicio estaba bien...

22/11/05 8:43 a.m.  
Blogger Gabius said...

hay pelu, que liiindo, no sabes como me gstaria poder pasar aunque sea un finde como el tuyo, pero todavia no tengo idea cuando seran mis esperadisimas vacaciones, te mando un beso grande y segui disfrutando mucho.

22/11/05 10:44 a.m.  
Blogger Unknown said...

Sí Pelu, son más de 4 horas. Y ahora, te cagás de frío, claro. En Bologna, hacía poco más de 50 km y estaba en la playa. Claro, no era la Costa Amalfitana, pero había muy buen ambiente.

23/11/05 2:28 a.m.  
Blogger Satamarina said...

"el mayor pecado es la vuelta mental a la ciudad y sus obligaciones. mar como centro total de acción, como principal víctima de mi afectuoso esfuerzo, como protagonista de mis horas. el exorcismo en el que me hago carne cada vez que puedo ir a la playa. me entrego a la explosión atómica que me envuelve, me hago agua con el agua. ya me fundí con sol y mar. Pero muriendo.
Y resucitando."

me gustò mucho.

saludos

23/11/05 2:35 a.m.  
Blogger Carol said...

La corrección :
- es "viajes domésticos"
- son "viajes domésticos"
La concordancia en número.

Obviando ese detalle, solo para salir de Madrid necesitas 2 horas jejeje...
Viva la M-30, la M-40 y todas las putas obras de mierda!! (sorry)

Ayer, sin ir más lejos, habia tantos accesos cerrados, tramos cortados y vías desviadas que el taxista paró el taxímetro porque era inmoral cobrarme el trayecto por el laberinto en el que acabamos sin querer...

Esto nos pasa por tener como gobernantes a niños despechados a los que sus familias pijas hicieron politicos cuando lo que querían ser era albañiles. Solo me consuela pensar que, tal vez, haya abierto otra zanja en la puerta de la casa de su madre. Qué se joda.

23/11/05 12:46 p.m.  
Blogger Peluka said...

Bueno Carol, sólo para salir de México necesitás eso o más. Peor caos que esta ciudad, no creo.
Después la ruta se hace linda y receptiva, la llegada, un orgasmo.

Pat, me parece que te voy a presentar a Carol, podrían delirar bastante juntos.

Marin, tenés el don de citar lo que a mí me llamó la atención de mí mismo... gracias.

Gab... lo mio no fueron vacaciones... 36 horas pueden ser una vida.

23/11/05 11:15 p.m.  
Blogger Satamarina said...

y lo que a mí me llamó la atención de Ud.

y vió que se arma algo bueno sacando "lo mejor" de los demás?

besos

25/11/05 5:11 a.m.  

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