miércoles, junio 15, 2005

Otro "Buen día"

Se despertó por el calor que entraba por la ventana sin cortina de su cuarto.

Raro. Mediodía de mayo en Buenos Aires. ¿Porqué tanto calor?
Raro. Sábado de "duermo hasta que no me quede sueño".
Raro. Despertarse y verse boca abajo. Si siempre dormía boca arriba.

Raro, el aire estaba raro. Su cuarto era chico, colchón en el piso, siempre bastante desordenado, siempre el agua del baño corriendo, interminable, como un sonido ambiente de naturaleza y a la vez civilización.

Abrió los ojos y la luz entraba fuerte en el cuarto. Se dio cuenta de que el calor venía desde la noche anterior porque estaba durmiendo casi desnudo.

Y boca abajo... que raro.

Se dio cuenta de que sus amigos, compañeros de departamento, ya se habían levantado. La pava vaciándose en el termo en la cocina, justo al lado de su puerta. La música ya sonaba en la radio. "Weekender", al menos eran más de las 12.

Y hacía calor, sopor. En mayo.

Decidió que sería hora de levantarse. Extendido cuando largo era, tapado hasta la cintura, con el sol (justo a esa hora que el ángulo del pulmón de manzana lo permite) pegándole en la espalda. Los brazos hacia arriba, rodeando la cabeza, como una bailarina, pero acostado. Boca abajo.

Intentó darse vuelta, empezar el día, mirar el cielo por ese pequeño ángulo. Sopor, no pudo. Se dio cuenta que habían pasado varios segundos desde que despertó y no había movido más que sus ojos, como escrutando lo poco que se podía ver desde esa posición de bailarina acostada boca abajo.

Intentó bajar los brazos, tampoco pudo.

Parecía que el día empezaba raro en serio. Empezó a hacer fuerza. La totalidad de su cuerpo estaba inmovilizada. Brazos, piernas, espalda, cintura, cabeza. Las puntas de los dedos de las manos y las puntas de los dedos de los pies. Todo. Podía respirar pero no mover la boca. Podía mirar a distintos lados, pero no pestañear. Intentó hablar, sólo emitió un gemido sordo.

Boca abajo, la cabeza hundida en la almohada, la espalda soportando el sopor de ese sábado al mediodía de mayo en Buenos Aires.

Volvió a hacer fuerza inútilmente. Y una vez más. Y ya, el aire cedió, los brazos bajaron, giró la cintura y con ella todo su cuerpo y se vio mirando el techo, en cuero, tapado hasta la cintura, con su cuerpo libre nuevamente.

Se levantó sin dificultades, caminó hasta el living. "Buen día". Se tomó un mate mientras sonaba "Yellow" en Weekender, uno de los chicos sentado en la computadora, el otro tirado en el puff.

Por un mes no volvió a acordarse del raro episodio de ese raro mediodía de ese raro sábado de ese raro mayo de ese raro 2004...

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

EN VERDAD SU DIA FUE RARO, FESTEJO TUS LINEAS PORQUE ME HICIERON DESPEJARME DEJAR DE PENSAR Y PENSAR E IMAGINARME LA RAREZA DE ESE SABADO, Y NO CENTRARME EN ESTO QUE DUELE DEJAR EL CENTRO E IRME A LA PERIFERIA NO PORQUE ESTE HUYENDO, NO, SOLO PORQUE LA PERIFERIA ES MI LUGAR.


Y LO DE LOS MATES ESTARIA EXCELENTE...

15/6/05 7:48 p.m.  
Blogger Peluka said...

Qué lindo lo que decís, en serio.
Los mates: arreglamos en peluberro@gmail.com (todo el DF invitado).

15/6/05 7:54 p.m.  

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