viernes, julio 22, 2005

Nostalgias

Salió corriendo porque llegaba tarde. Bañado, afeitado y por suerte vestido, respiró México en el primer paso en la vereda. En el apuro agarró el iPod, más para reloj que otra cosa. Y no lo desaprovechó.

Una pasada rápida por la lista le dio el micrófono en suerte a Calamaro y su Alta Suciedad (sabia decisión si se mira el cielo del DF). Vicente Suarez a las corridas, puente por arriba del Circuito Interior, mano arriba, "taxi", "a Santa Fe... por Constituyentes".

Se hundió en el asiento, aplastado por el humo del cigarrillo, el viento entrando por la ventana y, sobre todo, la música, que lo empezó a trasladar a un tiempo inmemoriable. El viaje duró 65 pesos y un siglo de "searching disk" de momentos que no terminaban de entrar en foco.

La llegada al destino lo arrancó de su periferia para hacerlo centro en cumplimiento de sus funciones laborales. Fueron 45 minutos de olvidarse de todo. Una metamorfosis perfecta y sin riesgos de naufragio: simpatía, exposición simple y clara, empatía y a otra cosa.

Y fue automático. Saliendo de tan lujoso "non smoking building" ya se había calzado los auriculares y el tabaco, dispuesto a cambiar el traje, volver al laberinto de la nostalgia y ponerle foco a esas fotos perdidas.

Esta vez fue un bocho, manejado por uno de esos extraños taxistas no charlatanes. Todas las condiciones dadas. Una canción fue el detonante y fue dar en el blanco. Había buscado por Argentina, pero no era. Había buscado por Buenos Aires, pero tampoco era. Bueno, eran, pero había que buscar más profundo. Y se ancló en ese departamentito de Suipacha, entre Córdoba y Viamonte. Sucucho si los hubo, cuchitril a la Dostoievsky, cueva de amigos y de vez en cuando alguna amiguita. Ajeno, ajeno, pero tan propio.

Ahí había sonado ese disco. Ahí en ese espacio y ahí en ese tiempo. Epocas de recién salidos de la aldea, primeros años de "estudiantes", primeros trabajos reales. Epocas de fines de semana breves mientras vividos e inagotables en la anécdota.

Y lo vio todo tan lejano. Él, que vivía su vida en un instante, para quien todo fue hace un rato, conoció a la agridulce nostalgia en una película con las puntas quemadas, con banda de sonido made in madrid by sudaca piojoso.

Fue un instante profundamente triste y eternamente feliz. Fue un recorrido de vértigo y a su vez entre nubes. Duró 45 pesos y un encendedor extraviado y extrañado en el instante que puso un pie en la calle y la mano en el bolsillo buscando los Camels.

El próximo cigarrillo iba a tener que esperar. El primero de tantos se había consumido en ese departamentito de Suipacha entre Córdoba y Viamonte. Sucucho, ajeno, entrañable.

Mientras tanto
En La Periferia
Un nuevo finde
Comenzaba

5 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Guauu, què bien escribis nene!
Te juro que no es mi intenciòn hacer que te ruborices (como me decis algunas veces), pero de verdad escribis muy bien.
Creo que encontraste las palabras justas para describir lo que suelo sentir en esos momentos de nostalgia..."profundamente tristes y eternamente felices" a la vez.
Besos.

22/7/05 10:09 p.m.  
Anonymous Anónimo said...

me encantannn estos en tercera persona, son re lindos....
y la verdad q si escribis muuuyyy bienn
y buen finde...

23/7/05 3:13 p.m.  
Blogger Watta said...

Realmente me hizo pensar. Ese "sucucho" pintado de celeste, sin luz ni aire, ahora se materializa a unas 5 cuadras, en talcahuano y Marcelo T. de Alvear, con 50 m2 mas, etc. Pero igual, yo tampoco puedo evitar extrañar y recordar con nostalgia esa ratonera. Habra sido una linda epoca...

23/7/05 10:42 p.m.  
Blogger Naty said...

A mí también me gusta mucho como escribe pelu! Tiene esa mezcla mágica de simplicidad, precisión, elaboración y profundidad. Me pregunto si vendrá pronto por estos pagos bonaerenses.

26/7/05 9:27 a.m.  
Blogger Peluka said...

Pronto pronto!
Quizás por eso estoy alejado de la periferia. Todos los trámites de partida se hacen en el centro.

Saludos!

26/7/05 9:54 a.m.  

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