... (o Pensaba 2)
Pocas ideas, poca reflexión, poca acción, poca onda y poca hontas...
Leo mil blogs. Algunos me gustan. A veces, si me gustan, comento. Si me gustan las personas que escriben, no si me gusta su blog.
Me divierto en Arranques con los cuates y silencio en La Periferia, solo.
De repente me veo empantanado, echando barro para atrás pero sin avanzar ni un metro. Relajado, relajadísimo. Y no debiera ser así. Machías, para arrancar, dice necesitar una dosis de adrenalina. Yo ni así. Si hay algo que no falta en estas venas es adrenalina.
Pero bueno... me justifico. Siempre me justifica eso de "ser periférico" (magnífica estupidez, realmente magnífica), pero el asunto acá es que la justificación viene por otro lado. Adaptación podría ser. Volver al ruedo y a la lucha (al curro y a la chamba, según el país) después de varias semanas... raras, al menos raras.
Cumplo. Y ya. Pero es tiempo de más.
No me encuentro, por más que busco, revuelvo, observo, analizo, y vuelvo a revolver.
Revolver... suena a pistola... nunca había notado el homónimo que asocia a la cocinera con el cowboy y con los Beatles (denme la licencia poética del acento).
Busco, pero no tengo idea de qué es lo que busco. Y voy a encontrar sin saber para qué encontré. Fumo demasiado, y como analizo todo, pienso... "qué carajo es lo que te está faltando para que fumes y fumes y fumes sin parar?". El pucho reemplaza, no? Como casi todas las adicciones...
Y cuando digo demasiado, es realmente demasiado. Más de lo que mi cuerpo, para muchos insanamente resistente, es capaz de soportar.
Demasiado. Demasiado, la palabra demasiado, siempre me condujo a discusiones. Demasiado es mal. Es más de lo posible, más de lo aceptable, más de lo soportable. "Te quiero demasiado" es malo. Querer demasiado es que uno se excedió del querer posible y está en una zona peligrosa. Yo no quiero demasiado a nadie. Yo quiero mucho.
Manía analítica. Manía autoanalítica... Ciega manía. Porque analizo si me conviene. Bueno... tuerta manía.
31 de agosto, y por más que no lo pensé en todo el día, ahora se que no debería olvidar esta fecha. Esta fecha impresa en un telegrama. Yo pensé que los telegramas eran diferentes. Ayer quería llorar. Hoy reina la apatía. Mañana voy a sonreir, ya habiendo superado la mutación. Y voy a hacer. Ya no leer, ni decir, ni analizar.
Lo digo yo.
Mi propio adivino.