En una semana en la que el centro dominó la escena y La Periferia apenas encontró sus huecos, tuve un tema recurrente.
Un tema recurrente que dejó salir a la superficie La Periferia, mi periferia, pero provocado exclusivamente por el centro. Fue una vuelta a un viejo post que di en llamar
Esquizoferia, fue volver a notar que, atado al centro como me toca en estos días, a desafíos, responsabilidades, presiones... sigue ahí, latente, ese pequeño demonio que no descansa y mantiene la conexión con lo otro, lo circundante, lo periférico.
Esta vez el asunto cuestionado fueron las motivaciones. O sea, esos vectores, fuerzas direccionales, sueños u objetivos que manipulan el hoy y lo encaminan al supuesto, añorado, esperado mañana. Mañana dentro de 10 minutos o mañana en 20 años, pero mañana.
Me cuestioné cuáles son mis motivaciones (pa qué tanta vuelta antes de decirlo) y traté de identificar cuáles son mis vectores. En corto... qué quiero? qué busco? qué me mueve? Antes de que quien sea que esté leyendo esto se desfraude, sepaló, tengalo claro, no hay respuesta.
Si de algo estoy seguro es de que el éxito no me mueve. Ni el éxito en términos de fama, reconocimiento o aparición pública ni el éxito estrictamente monetario, o sea, el auto y la casa. Y no es que digo "yo no quiero eso", quién no lo quiere? Pero sí digo y espero no arrepentirme, que no cambiaría, entregaría ni sacrificaría nada de lo que me toque hoy por ellos.
- Me motiva generar algo. Generar algo puede ser visto como un resultado futuro. Pero no tengo espacio para pensar en resultados futuros, ya me ocupé en generar, y generar es hoy, ahora.
- Me motiva vivir cosas. Y vivir cosas puede ser visto como "tener anécdotas o recuerdos". Pero no tengo espacio para pensar en anécdotas o recuerdos de mañana, ya me inunda demasiado vivir hoy.
- Me motiva hacer algo, lo que me toca, hoy, de la mejor manera posible, sorprendente, excepcional. Y hacer algo de la mejor manera posible puede ser visto como el éxito que implica la diferenciación de lo mediocre. Pero no tengo espacio para pensar en ese éxito, estoy ocupado en hacer algo, de la mejor manera posible.
Y claro, así parece todo muy fácil. Pero de dónde sale la motivación, la constancia, esa permanencia necesaria que se requiere para cumplir con algo si no puedo verlo allá, al final del camino, si no ahora, en este pasito que voy dando? Porque podré decir lo que quiera o quedarme con la fácil repetición del lugar común de moda: viví el hoy. Pero no, lo satisfactorio, al final, es a largo plazo.
Ya se, no se entiende nada. Quizás a través de la incoherencia esté buscando entenderlo yo. Y además necesito un vaso de whisky para ser coherente. El punto, clave quizás, es que no me puedo quejar de mi día a día. Pero y mañana? Cómo hago para llegar a esas metas si me importa más estar escribiendo esto que alcanzarlas?
Decía el otro día, cuando se puso en duda mi larga vida por tanto pucho... Qué me importa a mí vivir 80 años? Prefiero 35 de brillo, de deslumbramiento y de intensidad (para conmigo y para con quien toque en suerte) que 80 de sombra y preocupación. Me quedan 8.
Manolo lo logró en 25. Y si, ya se, se puede brillar durante 80 años, pero no se si me da el cuero, empezando por la básica certeza de que no lo logré durante 27.
Mientras tanto soy algo parecido a feliz, sobre la base de mucho hoy, mucho ahora. Pero sé que falta algo. Lo sé con cada cigarrillo que prendo y con esos otros vicios atenuantes más. Y creo saber qué es. Y para llegar a eso tengo que mirar un poquito más adelante. Y no dejar de exprimir cada segundo y hecho fortuito que se me cruce, pero canalizando siempre hacia allá. Porque se que un día me voy a sentar a mirar tanto fuego sabiendo que todavía no se apaga.
Adolescentoide, como dice jaybi, pero así es.
Extrañaba decirlo, y se los digo, mientras tanto, acá en La Periferia, donde un nuevo finde... comienza.